Todo cambia. La voluntad del hombre, cansado de la lucha, en conflicto continuo con un ideario tallado a conciencia, ha dado paso a las sombras chinescas. El miedo a la tradición, hoy por hoy, no es más que miedo por tradición al miedo mismo. Polvo cubriendo el eco de teatros, salas de proyecciones…hasta el mismo corazón del romanticismo heredado. El oído pierde el timbre en favor del culto al ojo. La música queda relegada a acompañar la evolución del silencio, mientras el espíritu se sirve de dioses a la carta. Todo cambia a ritmo continuo…

Así pues, mejor dedicarse al cine.

martes, 15 de octubre de 2013

Ziniestro ziniestro

Terror de vieja escuela con esa temblorosa lente de contacto que es la cámara imprimiendo tensión y frustración a las escenas de forma cuidada. Ethan Hawk sorprende porque a pesar de no ser un 'alma cándida' dentro del mundo del espectáculo se agarra a un 'thriller' psicológico y de terror sin descuadrar ni resaltar negativamente al ojo del espectador. Parece asustado y ante todo cansado. Todo lo referente a 'Sangre en Kentucky', película que lo encumbró al éxito según el argumento hace una década consigue darle ese matiz de desesperado tan necesario para entender sus acciones y sus pensamientos. Un guión hilvanado para la ocasión, no diré de nueva creación, pero sí de creativa composición.
Personalmente me gusta ese estilo de grabación basado en la técnica del huracán, que viene a significar cuando la cámara va dando giros bruscos, llevándose lo que ves por delante y ofreciéndote vistas de cosas que antes no podías ver, siempre de golpe y sin avisarlo. Ya con 'American Horror Story' se empezó a dar rienda suelta a la esquizofrenia audiovisual poco a poco surgida del cine independiente hasta su comercialización.


Música de ritmos cíclicos, simple y efectiva para acompañar las escenas. Muchas oscuridad, mejorada con la versión en alta definición. Los detalles de la sombra quedan en silencio, mientras los observas frunciendo el ceño y forzando la vista. El macabro desarrollo queda por momentos en el aire, aunque se reconduce bastante efectividad. Si bien es cierto decir que la saturación del mundo del terror ha llevado a que a veces entender los argumentos de las películas y verles su viabilidad en el mundo real se está convirtiendo en el verdadero miedo. Se ha perdido realismo, entre casas palaciegas, protagonistas sin reparo a la hora de subir escaleras de áticos espaciosos y llenos de cajas, y el dudoso 'sinvivir' de tener que llevarte a tu familia hasta la tumba o el cadáver más cercano.

Aún así la película funciona, como lo que es, una película de terror psicológico, gracias al carácter de metacine unido a la cámara 'Super 8'. Todo lo viejo sabe siempre mejor. De ahí el buen resultado, a expensas de que en algunas partes Mr. Boogie man se parezca tanto a 'El Cuervo' que temo que el protagonista va ser golpeado antes que atado y sacrificado en favor del paganismo de Nagul.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Mlyn I Krzyz (The Mill and the Cross), 2011

Orión queda muy lejos

Con esta película me gustaría introducirme dentro del pasado Festival de Cine Independiente de Sevilla que transcurrió del 4 al 11 de noviembre. Preferiría centrarme en las proyecciones de las sección oficial, con intención de adentrarme en su opción a premio, y también, para que quien no las haya visto pueda utilizar mi texto como introducción al apto de ir a verla tanto al cine, si la proyectan, o descargarla. El molino y la cruz es una película que gira en torno al hecho Frankensteiniano de darle la vida a la pintura de "Cristo cargando la cruz" del flamenco Pieter Brueghel el Viejo.
Cada uno de sus personajes poseen un carácter sacado del mismo cuadro, conseguido también gracias a una fotografía que durante toda la película, cambia todo paisaje de fondo por las propias pinturas flamencas de la época, el sabor de una estética colorida a pinceladas combinada con las diferentes escenas de los personajes llame la atención y haga quedarte viéndola atentamente. Quizás el problema de la misma es también que en la escasez de diálogo no se encuentra ningún mensaje, y ni siquiera te transporta tanto como pudiera, debido a que el tratamiento del propio dolor de los personajes se traslada a quien la ve en lo que es un acto de suicidio colectivo cerebralmente hablando.A destacar convincente actuación del eterno replicante; Rotger Hauer, quien consigue transmitir algún sentimiento, aunque sin demasiada profundidad. A título personal, tras analizarla concienzudamente, me quedo con la puesta en escena de vestuario, conseguido hasta el último detalle, la localización del molino, rudo y envejecido, como quienes lo trabajan; Y la canción que repite una y otra vez el trovador con un cuerno, ya que aunque pueda conseguir cansar al propio espectador, consigue algo mucho más importante, que durante días estés tarareándola.
                                                                                                                                               J. P De Cosa

viernes, 4 de noviembre de 2011

Bukowski: Born into this (2003)

Nacido para ésto

John Dullaqhan se atreve con un retrato interior del polémico escritor nortemaericano: Charles Bukowski.
De forma autobiográfica despedaza el el alma del propio escritor, exprimiendo sus recuerdos, sus malas noches, sus amores, quizás un punto de inflexión fundamental en el documental, y los miedos que ha vivido en su propia piel, introduciéndote en las bocanadas de humo, botellas vacías de vino y páginas y páginas escritas a máquina. Intercala, aportando mayor dinamismo, entrevistas tanto con sus antiguas parejas sentimentales, como con sus polvos de una noche, quizás para grabados toda la vida, amigos y algunos artistas de la talla de Tom Waits o Sean Penn, quienes hablan ya no tanto acerca de la figura del artista, sino de la corriente literaria ubicada dentro del realismo sucio, sin apenas salida comercial, y de la cual Bukowski se erige como padre fundador en revistas panfletarias sin calidad estilística ni divulgativa. Su editor arroja luz acerca de sus motivaciones para financiar al hombre que había tras la máquina para que escribiera fuera del mundo laboral. Es un viaje marcado por la excentricidad y la suciedad del legado social de los hipsters o beats, narrando en un tono directo y natural si apenas colorante.
Ciudades carcomidas por la droga y la podredumbre, y jóvenes y más jóvenes esperando un soplo de aire fresco mediante el arte en su estado más abstracto.Retrata los fondos, no tan bajos, con pelos y señales. Detalladamente escupe nombres de elementos sociales, sobretodo vinculados al arte, sin intenciones críticas más allá de la disección aséptica de cada uno de ellos en el entorno donde interpretaban sus papeles.
Biografía audiovisual del escritor, bajo la banda sonora que corre a cargo James Stemple, herido desde la infancia por la debilidad que produce el miedo, el rechazo y la violencia, ya no sólo familiar, sino de una cultura de Bienestar, dura y afilada. Pasa de ser un mero observador externo de la situación político, desmarcándose casi siempre, al contrario que hiciese Allen Ginsberg, e interno de las pasiones de USA, para convertirse en el corazón de la sociedad insensibilizada.

                                                                                                                                               J.P De Cosa

jueves, 3 de noviembre de 2011

Crítica: Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986)

-Te he dicho que me llames "papi"

Sinopsis: Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte.

Terciopelo azul se consolida como parte de uno de los gérmenes del imaginario del director estadounidense, David Lynch. El Estado de Bienestar, con sus supuestas felicidades sociales, sus bailes de fin de curso, sus capitanes de equipo de fútbol americano, padres rigurosos, madres floreros, y ante todo, un aire viciado y negro, que sólo consigue envolver al espectador más y más dentro de la historia que cuenta.
Lynch consolida a uno de sus actores fetiches, Dennis Hooper, quien un par de años más tarde protagonizaría "Twin Peaks", (¿Quién mató a Laura Palmer?) quien en un tono alejado de dramatismos shakespearianos sirve de hilo conductor para someternos al test de intriga que ofrecen los acontecimientos policíacos, mediante un cine negro cuidado, pero con clara denominación de origen. La otra parte de la película consiste en la utilización de recursos expresivos y experimentales con los cuales aumentar la tensión y las emociones que aportan las diferentes escenas.
Como elemento guía e imprescindible se encuentra la banda sonora, compuesta y re-interpretada por Angelo Badalamenti, que girando en torno al tema "Blue Velvet" de Bobby Vinton, interpretado por Isabella Rosellini, que más que una canción de acompañamiento es un catalizador de la esencia de esa etapa de bienestar dentro de los EEUU, donde la sonrisa está a la orden del día, y el corazón en un puño, tras los ojos inquietos de una juventud con hambre de vida.
Cuidada en cada uno de sus planos, e innovadora en cuanto al lenguaje, consigue atraer desde el comienzo y hacer que pongamos la oreja para oír cada pequeño ruido para no perder detalle, mientras cerramos los ojos, vestidos con ese terciopelo azul, que es cada emoción, en cada individuo, a punto de volverse loco.

                                                                                                                                               J. P De Cosa

martes, 25 de octubre de 2011

Crítica: Una historia del Bronx, 1993

Little Italy


Sinopsis. Años 60. El gángster Sonny (Chazz Palminteri) es el rey del barrio del Bronx, donde vive el pequeño Calogero (Lillo Brancato). Un tiroteo, presenciado por el niño, es el punto de partida de una duradera relación entre el gángster y el pequeño. Lorenzo Anello (De Niro), el padre del Calogero, un honrado conductor de autobuses, desaprueba esta relación. A pesar de ello, el muchacho crece bajo la protección de los dos hombres, dividido entre su honradez natural y su fascinación por Sonny. Sin embargo, llegará un momento en que no tendrá más remedio que tomar una decisión sobre el camino que debe seguir. (FILMAFFINITY)



Robert DeNiro nos ofrece su primer largometraje como director, a través de una cinta con claro regusto a sus antecesoras, como "Malas calles" o "Uno de los nuestros" de Martin Scorcesse, protagonizadas por él mismo; o la base todo el cine de mafia itálico-americano, " La Trilogía de "El El Padrino", en la cual también trabaja.
Se podría decir, que DeNiro, homenajea al cine que le dio la vida cinematográficamente hablando, manteniendo un estilo en el cual la violencia y el honor hacia tus hermanos de sangre, priman por encima, incluso de la propia familia. Su trabajo de narrador de una historia peculiar acaecida en el barrio del Bronx quizá no ofrece una creatividad visto hasta el momento, pero deja ver algunos planos dignos de mención tales como el juego con la escenas al juego de la música, algo que siempre nos recuerda a su padrino cinematográfico, y la utilización de una música variada, de diferente índole y raza, para aportar el elemento intercultural que compone la personalidad del protagonista, y que se va desarrollando a lo largo del metraje, a manos de Butch Barbella.
Como por ejemplo el tema "I Only Have Eyes For You" del grupo: "The Conplexions" o "Aint That A Kick In The Head" de "Dean Martin".

Esta película consigue tratar el tema del racismo transgeneracional heredado sin fundamento por jóvenes que queriendo vivir en la gloria y la delincuencia de antaño, pronunciando un italiano de "fast food", con el cual dejan al descubierto la debilidad de una educación dentro de "guettos sociales", que impiden desarrollarlos como personas. Chaz Palminteri, guionista y Capo del barrio, muestra un perfil al que se tiene acostumbrado, paralelo a otras interpretaciones de actores que enfundados en papeles de alto cargo de la mafia, sirven de Juez moral a quienes los idolatran, mientras imponen orden hacia quienes los desobedecen.
DeNiro, cuyo papel secundario, como padre del niño, que narra la historia, apenas es destacabñe, debido a las escenas puntuales en las que aparece, es el punto de inflexión sobre el cual gira el concepto de racismo heredado, sin mala voluntad, sino mala costumbre. Ofreciendo consejos apropiados, pero qudándose atrás en cuanto a comprnder el sentido cosmopolita de la ciudad que monta en su autobús.

Película correcta y bien dirigida, con un tono conciliador hacia todo lo que rodea a la mafia, y la sociedad que la rodea, mostrando el cambio que sufre y el avance de alguno de sus dirigentes en pos del cambio, al tiempo que retrata a juventud impetuosa y la vejez madura y conservadora de quienes no queriendo meterse en problemas, ven y olvidan, actúen con buenas acciones, para hombres malos" - como dice el mismo DeNiro.

J.P. De Cosa

viernes, 21 de octubre de 2011

Crítica: Nosferatu, el vampiro de la noche (1979)

Expresionismo kinskiano



Sinopsis. Nueva adaptación de la mítica novela de Bram Stoker a cargo de Herzog, que toma como referente directo la insuperable adaptación de Murnau. Jonathan Harker se desplaza hasta el castillo del legendario conde en Transilvania con el fin de venderle una mansión en su misma ciudad, Wismar. Atraído por una fotografía de Lucy, la mujer de Harker, Nosferatu parte inmediatamente hacia Wismar, llevando con él muerte y horror. (FILMAFFINITY)


Satán ha vuelto ha vuelto a nacer. Werner Herzog dota al Nosferatu expresionista de una profundidad visual aún más perturbadora. Drácula ha quedado diseccionado y reinterpretado a través de los ojos, la boca y las manos de Klaus Kinski, quien se adentra tanto en el mito que le da vida desde un miedo tan tangible que hiela la sangre.
Una obra completa, sin medias tintas, que va más allá del “remake” acostumbrado, para adaptar la novela en una Wismar de ratas, peste y desolación, con planos cuidados y tallados al detalle, siempre con un latido constante, que acompaña las escenas, de las manos de Popol Vuh, quien demuestra que sabe leer la perspectiva cinematográfica del director alemán, como ya hiciera con “Aguirre, la cólera de Dios”, consiguiendo darle un ritmo vibrante y épico, al tiempo que introduciendo el componente que tanto representa su obra; sin olvidar su aportación en un eco de subidas y bajadas digna de una sinfonía apocalíptica, encontrada en “Fitzcarraldo”, donde entre otros Wehe Khorazin consigue erizar el alma hasta al menos amante del género, mientras el barco, de la titánica obra, se eleva sobre una montaña ante la vista de Kinski, quien se convierte en Dios por unos segundos.
Herzog es un narrador del tiempo, siempre desde un tono alejado, describiendo a través de paisajes escarpados, perdidos y siempre con cierto misticismo, un tono que resuena como la voz moral de un Demiurgo, que en silencio, controla cada plano hasta hacerlo perfecto. Quizás sea la palabra “perfecto”, la que más se imponga. Complicado imaginar como lograr tal objetivo con un enemigo tan íntimo como Kinski dentro del papel protagonista, sus ataques de ira y su constante enfado hacia todo lo que le rodea. Herzog controla y mantiene el suspense, quizás porque él mismo vive la incertidumbre de no saber si algún altercado echará a perder el trabajo, o si los paisajes bíblicos de sus rodajes, se le aparecerán como piedra angular del caos a la hora de la filmación. Pero, ¿Por qué engañarse?, cuando un director realiza algo que tiene tan estructurado en mente, y lucha por mantenerse en su idea inicial de proyecto, es complicado que no lo consiga, por más que esté espoleado a abandonar por demonios varios.
La Wismar herzogiana es un compendio de escenarios gélidos de sombras continuas. Bruno Ganz hace un papel nunca antes realizado, muy lejos de la interpretación a medio gas de Keanu Reeves en “Drácula” de Francis Ford Coppola. Su desconocimiento de las sombras, creíble en todo momento, mientras el propio Nosferatu se le pega al oído para susurrarle la falta de alma. Isabelle Adjani, en su papel de Lucy, aporta la belleza pálida y distraída de una virgen en busca de la felicidad, causa y consecuencia del viaje del propio Nosferatu a sus tierras, a bordo de la noche, tras una fotografía suya, que encandila al propio conde; pero ante todo imagen de la fragilidad y la pureza en el estado inmediato antes de corromperse.

                                                                                                                                                J.P De Cosa

miércoles, 19 de octubre de 2011

Crítica: "La Cosa (El enigma de otro mundo)" 1982


Cosa, ¿Qué Cosa?


Sinopsis: En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente...

Nos gusta atragantarnos mientras contemplamos la posibilidad de morir ahogados. Esperar hasta el preciso instante en que falta el aire para escupir fuera lo que fuese que te atoraba la garganta. Nos gusta el peligro, perdernos solos en mitad de un bosque, caminar exhaustos sin fuerzas ni para abrir los párpados...
Nos gusta la sensación que se queda tras echar un polvo durante toda la noche...con el corazón latiendo a toda fuerza, pareciendo que se va a salirse por la boca...Nos gusta la adrenalina que produce la excitación, el riesgo y la locura propia del ser humano para alcanzar nuevas sensaciones.

John Carpenter es uno de los padres del género, en una película que aunada por la productora Universal, sigue la estela de un terror que en películas anteriores como "La noche de Halloween" (1972), "Christine"(1983) o su obra más divulgada y aceptada: "El pueblo de los malditos" (1995)con cierto regusto "ochentero" en el que los actores de forma más clara en las antes mencionadas visten y están rodeados por una escenografía que con el paso del tiempo evita no esbozar una sonrisa.

"La Cosa" es una película simple y directa hacia el terror del propio ser humano. 
Sus especies son la soledad, la oscuridad y una criatura extraterrestre, que haría sonreír a mismísimo David Cronenberg. Kurt Rusell vuelve a demostrar que permanece hierático aunque le corten los brazos, con una capacidad interpretativa limitada y escasa de registros dramáticos, al igual que pudimos ver en: "2013: Rescate en L.A" (1996), "Rescate en N.Y" (1981) y "Golpe en la pequeña China" (1986). Pero parece que Carpenter lo acoge como si fuera su hijo, y todo hay que decirlo, sin Kurt Russell, "La Cosa" no sería lo mismo, ni aportaría un nivel tan importante de frialdad y atmósfera helada.

Una de las obras maestro del género de terror actual, lejos de la técnica escasamente creativa y tristemente a la orden del día, del remake. Su ritmo es voraz, fresco por su temática, interesante y claustrofobia. Juega con la voluntad humana, en su propio miedo hacia las otras voluntades, en un intento constante por sobrevivir. Muestra el "mal" al propio estilo de la Serie B, y al hombre como el salvador de la humanidad.
En pocas palabras definiría esta obra como: Suspense alienígena en estado puro a la vieja usanza.

J.P. de Cosa