Personalmente me gusta ese estilo de grabación basado en la técnica del huracán, que viene a significar cuando la cámara va dando giros bruscos, llevándose lo que ves por delante y ofreciéndote vistas de cosas que antes no podías ver, siempre de golpe y sin avisarlo. Ya con 'American Horror Story' se empezó a dar rienda suelta a la esquizofrenia audiovisual poco a poco surgida del cine independiente hasta su comercialización.
Música de ritmos cíclicos, simple y efectiva para acompañar las escenas. Muchas oscuridad, mejorada con la versión en alta definición. Los detalles de la sombra quedan en silencio, mientras los observas frunciendo el ceño y forzando la vista. El macabro desarrollo queda por momentos en el aire, aunque se reconduce bastante efectividad. Si bien es cierto decir que la saturación del mundo del terror ha llevado a que a veces entender los argumentos de las películas y verles su viabilidad en el mundo real se está convirtiendo en el verdadero miedo. Se ha perdido realismo, entre casas palaciegas, protagonistas sin reparo a la hora de subir escaleras de áticos espaciosos y llenos de cajas, y el dudoso 'sinvivir' de tener que llevarte a tu familia hasta la tumba o el cadáver más cercano.
Aún así la película funciona, como lo que es, una película de terror psicológico, gracias al carácter de metacine unido a la cámara 'Super 8'. Todo lo viejo sabe siempre mejor. De ahí el buen resultado, a expensas de que en algunas partes Mr. Boogie man se parezca tanto a 'El Cuervo' que temo que el protagonista va ser golpeado antes que atado y sacrificado en favor del paganismo de Nagul.