Todo cambia. La voluntad del hombre, cansado de la lucha, en conflicto continuo con un ideario tallado a conciencia, ha dado paso a las sombras chinescas. El miedo a la tradición, hoy por hoy, no es más que miedo por tradición al miedo mismo. Polvo cubriendo el eco de teatros, salas de proyecciones…hasta el mismo corazón del romanticismo heredado. El oído pierde el timbre en favor del culto al ojo. La música queda relegada a acompañar la evolución del silencio, mientras el espíritu se sirve de dioses a la carta. Todo cambia a ritmo continuo…

Así pues, mejor dedicarse al cine.

martes, 25 de octubre de 2011

Crítica: Una historia del Bronx, 1993

Little Italy


Sinopsis. Años 60. El gángster Sonny (Chazz Palminteri) es el rey del barrio del Bronx, donde vive el pequeño Calogero (Lillo Brancato). Un tiroteo, presenciado por el niño, es el punto de partida de una duradera relación entre el gángster y el pequeño. Lorenzo Anello (De Niro), el padre del Calogero, un honrado conductor de autobuses, desaprueba esta relación. A pesar de ello, el muchacho crece bajo la protección de los dos hombres, dividido entre su honradez natural y su fascinación por Sonny. Sin embargo, llegará un momento en que no tendrá más remedio que tomar una decisión sobre el camino que debe seguir. (FILMAFFINITY)



Robert DeNiro nos ofrece su primer largometraje como director, a través de una cinta con claro regusto a sus antecesoras, como "Malas calles" o "Uno de los nuestros" de Martin Scorcesse, protagonizadas por él mismo; o la base todo el cine de mafia itálico-americano, " La Trilogía de "El El Padrino", en la cual también trabaja.
Se podría decir, que DeNiro, homenajea al cine que le dio la vida cinematográficamente hablando, manteniendo un estilo en el cual la violencia y el honor hacia tus hermanos de sangre, priman por encima, incluso de la propia familia. Su trabajo de narrador de una historia peculiar acaecida en el barrio del Bronx quizá no ofrece una creatividad visto hasta el momento, pero deja ver algunos planos dignos de mención tales como el juego con la escenas al juego de la música, algo que siempre nos recuerda a su padrino cinematográfico, y la utilización de una música variada, de diferente índole y raza, para aportar el elemento intercultural que compone la personalidad del protagonista, y que se va desarrollando a lo largo del metraje, a manos de Butch Barbella.
Como por ejemplo el tema "I Only Have Eyes For You" del grupo: "The Conplexions" o "Aint That A Kick In The Head" de "Dean Martin".

Esta película consigue tratar el tema del racismo transgeneracional heredado sin fundamento por jóvenes que queriendo vivir en la gloria y la delincuencia de antaño, pronunciando un italiano de "fast food", con el cual dejan al descubierto la debilidad de una educación dentro de "guettos sociales", que impiden desarrollarlos como personas. Chaz Palminteri, guionista y Capo del barrio, muestra un perfil al que se tiene acostumbrado, paralelo a otras interpretaciones de actores que enfundados en papeles de alto cargo de la mafia, sirven de Juez moral a quienes los idolatran, mientras imponen orden hacia quienes los desobedecen.
DeNiro, cuyo papel secundario, como padre del niño, que narra la historia, apenas es destacabñe, debido a las escenas puntuales en las que aparece, es el punto de inflexión sobre el cual gira el concepto de racismo heredado, sin mala voluntad, sino mala costumbre. Ofreciendo consejos apropiados, pero qudándose atrás en cuanto a comprnder el sentido cosmopolita de la ciudad que monta en su autobús.

Película correcta y bien dirigida, con un tono conciliador hacia todo lo que rodea a la mafia, y la sociedad que la rodea, mostrando el cambio que sufre y el avance de alguno de sus dirigentes en pos del cambio, al tiempo que retrata a juventud impetuosa y la vejez madura y conservadora de quienes no queriendo meterse en problemas, ven y olvidan, actúen con buenas acciones, para hombres malos" - como dice el mismo DeNiro.

J.P. De Cosa

viernes, 21 de octubre de 2011

Crítica: Nosferatu, el vampiro de la noche (1979)

Expresionismo kinskiano



Sinopsis. Nueva adaptación de la mítica novela de Bram Stoker a cargo de Herzog, que toma como referente directo la insuperable adaptación de Murnau. Jonathan Harker se desplaza hasta el castillo del legendario conde en Transilvania con el fin de venderle una mansión en su misma ciudad, Wismar. Atraído por una fotografía de Lucy, la mujer de Harker, Nosferatu parte inmediatamente hacia Wismar, llevando con él muerte y horror. (FILMAFFINITY)


Satán ha vuelto ha vuelto a nacer. Werner Herzog dota al Nosferatu expresionista de una profundidad visual aún más perturbadora. Drácula ha quedado diseccionado y reinterpretado a través de los ojos, la boca y las manos de Klaus Kinski, quien se adentra tanto en el mito que le da vida desde un miedo tan tangible que hiela la sangre.
Una obra completa, sin medias tintas, que va más allá del “remake” acostumbrado, para adaptar la novela en una Wismar de ratas, peste y desolación, con planos cuidados y tallados al detalle, siempre con un latido constante, que acompaña las escenas, de las manos de Popol Vuh, quien demuestra que sabe leer la perspectiva cinematográfica del director alemán, como ya hiciera con “Aguirre, la cólera de Dios”, consiguiendo darle un ritmo vibrante y épico, al tiempo que introduciendo el componente que tanto representa su obra; sin olvidar su aportación en un eco de subidas y bajadas digna de una sinfonía apocalíptica, encontrada en “Fitzcarraldo”, donde entre otros Wehe Khorazin consigue erizar el alma hasta al menos amante del género, mientras el barco, de la titánica obra, se eleva sobre una montaña ante la vista de Kinski, quien se convierte en Dios por unos segundos.
Herzog es un narrador del tiempo, siempre desde un tono alejado, describiendo a través de paisajes escarpados, perdidos y siempre con cierto misticismo, un tono que resuena como la voz moral de un Demiurgo, que en silencio, controla cada plano hasta hacerlo perfecto. Quizás sea la palabra “perfecto”, la que más se imponga. Complicado imaginar como lograr tal objetivo con un enemigo tan íntimo como Kinski dentro del papel protagonista, sus ataques de ira y su constante enfado hacia todo lo que le rodea. Herzog controla y mantiene el suspense, quizás porque él mismo vive la incertidumbre de no saber si algún altercado echará a perder el trabajo, o si los paisajes bíblicos de sus rodajes, se le aparecerán como piedra angular del caos a la hora de la filmación. Pero, ¿Por qué engañarse?, cuando un director realiza algo que tiene tan estructurado en mente, y lucha por mantenerse en su idea inicial de proyecto, es complicado que no lo consiga, por más que esté espoleado a abandonar por demonios varios.
La Wismar herzogiana es un compendio de escenarios gélidos de sombras continuas. Bruno Ganz hace un papel nunca antes realizado, muy lejos de la interpretación a medio gas de Keanu Reeves en “Drácula” de Francis Ford Coppola. Su desconocimiento de las sombras, creíble en todo momento, mientras el propio Nosferatu se le pega al oído para susurrarle la falta de alma. Isabelle Adjani, en su papel de Lucy, aporta la belleza pálida y distraída de una virgen en busca de la felicidad, causa y consecuencia del viaje del propio Nosferatu a sus tierras, a bordo de la noche, tras una fotografía suya, que encandila al propio conde; pero ante todo imagen de la fragilidad y la pureza en el estado inmediato antes de corromperse.

                                                                                                                                                J.P De Cosa

miércoles, 19 de octubre de 2011

Crítica: "La Cosa (El enigma de otro mundo)" 1982


Cosa, ¿Qué Cosa?


Sinopsis: En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente...

Nos gusta atragantarnos mientras contemplamos la posibilidad de morir ahogados. Esperar hasta el preciso instante en que falta el aire para escupir fuera lo que fuese que te atoraba la garganta. Nos gusta el peligro, perdernos solos en mitad de un bosque, caminar exhaustos sin fuerzas ni para abrir los párpados...
Nos gusta la sensación que se queda tras echar un polvo durante toda la noche...con el corazón latiendo a toda fuerza, pareciendo que se va a salirse por la boca...Nos gusta la adrenalina que produce la excitación, el riesgo y la locura propia del ser humano para alcanzar nuevas sensaciones.

John Carpenter es uno de los padres del género, en una película que aunada por la productora Universal, sigue la estela de un terror que en películas anteriores como "La noche de Halloween" (1972), "Christine"(1983) o su obra más divulgada y aceptada: "El pueblo de los malditos" (1995)con cierto regusto "ochentero" en el que los actores de forma más clara en las antes mencionadas visten y están rodeados por una escenografía que con el paso del tiempo evita no esbozar una sonrisa.

"La Cosa" es una película simple y directa hacia el terror del propio ser humano. 
Sus especies son la soledad, la oscuridad y una criatura extraterrestre, que haría sonreír a mismísimo David Cronenberg. Kurt Rusell vuelve a demostrar que permanece hierático aunque le corten los brazos, con una capacidad interpretativa limitada y escasa de registros dramáticos, al igual que pudimos ver en: "2013: Rescate en L.A" (1996), "Rescate en N.Y" (1981) y "Golpe en la pequeña China" (1986). Pero parece que Carpenter lo acoge como si fuera su hijo, y todo hay que decirlo, sin Kurt Russell, "La Cosa" no sería lo mismo, ni aportaría un nivel tan importante de frialdad y atmósfera helada.

Una de las obras maestro del género de terror actual, lejos de la técnica escasamente creativa y tristemente a la orden del día, del remake. Su ritmo es voraz, fresco por su temática, interesante y claustrofobia. Juega con la voluntad humana, en su propio miedo hacia las otras voluntades, en un intento constante por sobrevivir. Muestra el "mal" al propio estilo de la Serie B, y al hombre como el salvador de la humanidad.
En pocas palabras definiría esta obra como: Suspense alienígena en estado puro a la vieja usanza.

J.P. de Cosa

martes, 18 de octubre de 2011

Crítica: Eyes Whide Shut (1999)

Interludio al Sectarismo

Sinopsis: William Harford es un médico respetable de Nueva York cuya vida parece ir sobre ruedas. Tiene una mujer preciosa con la que lleva 9 años casado, una hija y un trabajo que le gusta. Pero una noche, al día siguiente de asistir a una fiesta, su esposa Alice le cuenta unas fantasías eróticas y cómo estuvo a punto de dejarle por un hombre que ni siquiera conocía. Abrumado por esta confesión, sale a la calle a visitar a un paciente. De vuelta a casa paseando, entra en un local donde un antiguo compañero le cuenta una misteriosa historia. A partir de entonces, un mundo de sexo y fantasías se abre ante él, uniéndose a una congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites...




Quizás no es la película más conocida de Stanley Kubrick, ni siquiera una que consiguiese marcar una tendencia en el plano cultural o contra-cultural como hicieron en su momento "La naranja mecánica" o "La chaqueta metálica". Ponerse frentre al cine de este director estadounidense es apartar la predisposición temática y el tratamiento lineal del hilo argumental, sobre todo debido a sus constantes aportaciones cinematográficas, que en películas "2001 Una odisea del Espacio" consiguen crear sensaciones de intriga, angustia y soledad uniendo música de Johan Strauss con planos mantenidos hasta que sangraban los ojos del espectador, y lo volvía loco.

En esta cinta, Kubrick se enfrenta a los miedos sociales aportados por la religión, centrándose más bien en los propios de los sectarismos que afloran dentro de nuestra cultura, fuera de toda ley, debido que quienes la conforman son parte del poder ejecutivo de la misma. Sectarismos con sabor a caviar y vino de reserva. Sectarismos negros y llenos de sombras, donde la perversión y el descontrol viene de manos de quienes a la luz pública brillan por su imagen. Marginación, sacrifio, silencio y ocultismo, aliñado con altas dosis de erotismo ya sea a través de la actriz principal, Nicole Kidman, o de cualquiera de las chicas, enmascaradas y atrapadas, en mita de los rituales, en un miedo que no cesa por sus propias vidas.

Tom Cruise, se erige en uno de sus papeles más carismáticos y experimentales, en el cual los diálogos quedan en un segundo lugar, en favor de lo visual. La fotografía de Larry Smith se mantiene perturbadora hasta el final, en lo que es una exposición de la voluntad humana, sus debilidades, frustraciones y ansias de más poder. La recreación del ritual de iniciación entre máscaras venecianas, no sería tan impactante sin la música medida al detalle, al tiempo que una cámara en movimiento constante, consiguiendo que nos unamos al propio actor y ver a través de sus propios ojos.
En cuanto Sydney Pollack, recordarlo con pieza angular y escalofriante de la propia trama, en sus escenas, recordando los instantes en que baila junto a Nicole Kidman, y la frialdad de su mirada. A resaltar la actuación de la entonces joven Leelee Sobieski, que susurrante al oído de Tom Cruise, en ropa interior, desde su propio ofrecimiento, o el de su propio padre consigue excitar a través de su palidez de oso siberiano.

Es un ejercicio de madurez cinematográfica, con altas dosis de fetichismos propios, y exposición de temores y debilidades humanas. El guión directo y sin apenas matices, consigue que todos sus personajes muestren una personalidad fría y escalofriante, hasta tal punto que el espectador no consigue tener certeza alguna de como va a desarrollarse la historia, teniendo que olvidar los pétreos patrones de Planteamiento, nudo y desenlace. Una película para no todos los públicos con una fotografía y una banda sonora compuesta por varios artistas para hilar la oscuridad, seña de identidad del "film". Por último, hacer una última parada en sus diálogos los cuales con un lenguaje soez, realista y directo pueden herir la sensibilidad quien espera un soliloquio prolongado o meditado, que da forma a la trama y cada uno de sus personajes, siempre con hielo.

J.P. De Cosa

jueves, 13 de octubre de 2011

Crítica: Grupo Salvaje

Nunca la muerte ajena fue tan divertida

El cine clásico del oeste en el cual una mezcla edulcorada de dramatismo y violencia, acompañado de momentos ocasionales en los que transcurren conversaciones satíricas y diálogos cómicos entre un John Wayne embutido en la masculinidad idealizada, dirigidas por un grande como John Ford, están fuera de lugar. Fue con los Spaguetti Western creados en la década de los 50, cuando se crea un género dinámico, con una cámara viva que no deja ni un instante al aburrimiento y una banda sonora que siempre marca el ritmo de las escenas y los planos de las mismas. Ya lo demostró Sergio Leone con su Trilogía del Dólar en la década de los 60. Acompañado de Ennio Morricone, consigue mejorar un género cinematográfico de pautas muy homogeneizadas hasta la fecha, introduciendo no sólo una realización milimetrada y eficaz en cuanto al espectador y el mantenimiento de la intriga del guión.

Sam Peckinpah ha demostrado su amor a los vaqueros y las diligencias a lo largo de toda su carrera, pero quizás dentro del compendio de todas sus obras pueda resaltarse ésta. Su manejo del suspense en continuo y bien cuidado, con personajes con trasfondo moral y sentimental. Su lenguaje es la violencia, pero a pesar de que pueda interpretarse que es gratuita y falta de sentido, puede verse como la violencia es la causa y desencadenante de la trama, guiada por los clásicos puntos de referencia de odio y venganza. Cda escena de violencia es una guerra en sí misma, con planos de cada palmo del set de rodaje, con planos detalles como extras, y sin mantener a nadie en particular, creando una sensación de desasosiego que consigue mantenerte sentado mirando fijamente, esbozando una sonrisa, aunque no de ironía ante la realidad de lo mostrado, sino de diversión. Porque su violencia es entretenida, divertida y muy fresca.

Tiene un punto de suciedad en cuanto a su realización, que puede diferenciarle claramente de otros directores mas cuidadosos plano a plano, pero es con ello con lo que consigue transmitir ese sentimiento de mundo siniestro, solitario, díscolo, y ante todo, sucio. La fotografía es descripción más que suficiente del estilo, siempre en constante búsqueda de un encuadre mejor. Junto al montaje y la fotografía es importante mencionar sus alegorías al pasado de forma psicodélica rompen con lo utilizado hasta la fecha en este género, pero da la impronta personal del propio realizador, que se introduce en cada personaje para aportar dramatismo a sus acciones en el momento en que la acción lo requiere.

En cuando a la interpretación, destacar la sobriedad de los actores, que actúan tal y como se les exige, sin sobre-exponerse ni quedarse a medias. Es en la figura del líder del Ejército Mexicano: Mapache (Emilio Fernández) donde se puede intuir cierta crítica a la figura del terrateniente y la pobreza que de él emana. Algo hasta entonces interpretado por "gringos" que apenas tienen derecho a escenas de peso, como la que ofrece el mismo con la ametralladora, destrozando el pueblo al completo, mientras se ríe, como casi todos los actores durante algún momento de la cinta, destacando en final. Porque es mejor reírse de la muerte.

J.P. de Cosa

martes, 11 de octubre de 2011

Crítica: Cowboy de Medianoche

I'm walking on sunshine

Nueva York es una ciudad fría.
Esta película podría considerarse como precursora de un dramatismo visual impulsado por una psicodelia en cuanto a imágenes y vídeos entrelazados que consiguen hacer llegar al espectador la sensación de angustia, cinematográficamente hablando.
Nueva York no es una ciudad fácil, por más que los folletos de información la muestren como capital de la esperanzas. No hay caridad humana ni sentimiento de unidad. Cada persona es una mota de polvo que tiene que luchar por quedarse más a la sombra. Del mismo modo que hizo años después Martin Scorcesse con "Taxidriver", John Schlesinger consigue mostrar la cara B de esta ciudad de luces de neón y masas caminantes colapsando las aceras del conjunto de avenidas. Aparece la Nueva York del miedo, de los tonos brillantes y llamativos, de lo supérfluo. Un lugar donde las ratas son claro simbolismo del espíritu de ese escalón social que lucha por respirar. 
Rico "Ratso" Rizzo es una de esas ratas.Aquejado por la enfermedad, la humedad del frío y el sudor de un edificio en ruinas señalado con una X, donde más que nunca "un lugar para caerse muerto" se convierte en el primer paso hacia la propia autodestrucción.
Los personajes a pesar de no profundizar por igual, consiguen transmitir un sentimiento continuo y fluido de desesperación, que en el caso del vaquero va transformándose en resignación y sumisión del rol social que se le ofrece, pero que por parte de Rico Rizzo va desglosando lo que podría considerarse una pérdida escalonada del alma y la esperanza en la vida misma. Una interpretación que valiéndose sólo de los ojos del propio actor consigue acercarte el personaje hasta casi saborear el tabaco de sus propios labios.


La psicodelia añadida a lo largo del metraje consigue aumentar esa sensación agobio. El pasado del vaquero se nos ofrece oscuro, junto a unas alucinaciones que se unen al mismo hasta casi no dejar ver cual es el pasado en su estado real, y qué el compendio de las diferentes pesadillas que ofrece Nueva York entre sus entrantes al nuevo viajero que decide sumergirse en ella.


La ultraconocida banda sonora de John Barry ayuda en todo momento al desarrollo de la misma, reforzando multitud de planos y efectos del montaje original hasta darle el toque personal que hace tan reconocible a esta película.Junto a la música, la descripción del aspecto más díscolo de a gran ciudad, donde los jóvenes flirtean con la droga en fiestas de herencia hippie, medida por la amoralidad, el individualismo y ante todo, la soledad en su aspecto más crudo, que choca de bruces contra el convencionalismo social y la tradición humana del protagonista, quién pasa de una Texas estancada en el pasado, a una urbe metropolitana de continuas incertidumbres hacia el futuro.

J.P. De Cosa

lunes, 10 de octubre de 2011

Crítica: Super 8

Tu cara me suena…

Steven Spielberg lleva década sorprendiéndonos con un cine de calidad, en el cual ha habido cabida desde el terror, desarrollado por “Tiburón”, la aventura en estado puro recogida en los ‘’Los Goonies’’ o en la trilogía atemporal ( sí, repito, trilogía), protagonizada por “Indiana Jones”, hasta el drama de “El color púrpura” ,“E.T” o “La lista de Schindler”, sin olvidarnos del suspense, perfectamente medido en una de sus primeras cintas “El diablo sobre ruedas” de 1971, o en cada una de las escenas de” Parque Jurásico”.

‘’Super 8’’, no es más que un copia y pega, financiado por este indiscutible genio de la cámara, y realizado por el popular cineasta creador de la serie Perdidos, que demuestra no sólo seguir perdido en la búsqueda de un estilo propio, sino no estar a la altura de la dirección de una cinta que promete, tanto en la promoción como en el comienzo, para acabar cayendo en picado, no en los tópicos del cine, sino en los éxitos vistos y recordados.

La película demuestra, del mismo que ocurrió con ‘’Indiana Jones y la calavera de Cristal’’ de George Lucas, que debiera revisarse concienzudamente guión y dirección, antes de invertir en una producción que no va más allá de lo visual, consiguiendo llegar hasta el aburrimiento.

J.J.Abrahams asimila el suspense ofrecido por tiburón y Parque Jurásico, añadiendo el factor de ciencia fictión, a través de las vivencias de un grupo de niños, con pasado y presente, que a través de interminables aventuras deberán salvar el mundo. Sus escenas dramáticas dejan mucho que desear, a la postre de unos efectos, que no llegando a superar las sensaciones producidas por sus predecesoras, quedan resaltando tanto carencias interpretativas como emotivas, que es aún más grave.  Recordándonos en todo momento la escasa frescura de cada una de sus escenas, y siempre dejando al espectador con ganas, no de más, sino de algo.

J.P. De Cosa

sábado, 8 de octubre de 2011

Crítica: Terra Nova

Estamos en el año 2149. La Tierra ha sido devastada por el desmedido desarrollo del ser humano. Se hace indispensable el uso de mascarillas al respirar la manida atmósfera. El boom demográfico ha llevado a los gobiernos a penalizar a las familias con más de dos hijos. Y en mitad de este tinglado, surge una "esperanza".

Y lo pongo entre comillas porque se trata de poner una tirita a un hemofílico cuyos fibrinógenos no funcionan de manera adecuada. Se ha descubierto una brecha espacio-temporal (o eso creo, puesto que, pese a que me gustan esos temas, no se explica para nada bien en la serie), que permite a unos cuantos elegidos ser transportados 85 millones de años en el pasado para enmendar los errores de nuestra especie.

El problema es que esta serie se aprovecha del erróneo concepto de tiempo que manejamos las personas. ¿Acaso en ese pasado no cometeremos los mismos errores? ¿Seguirá la moraleja de "hay que ver lo que destrozamos el mundo" vigente, ocho mil generaciones después? Lo más probable es que en una milésima parte del tiempo que se necesita para que llegue el meteorito que acabe con los dinosaurios, los humanos del cretácico se hayan fundido ese mundo atávico también.

De todos modos, no es demasiado productivo ponerse tan tiquismiquis, porque entonces no hay serie.

Sin revelar más detalles argumentales, comentar que la ambientación se ha logrado de manera notable; nos sentiremos inmersos en un híbrido de Jurassic Park, Avatar y Lost, y es que aunque digan que las comparaciones son odiosas, a la vez son muy necesarias. Los dinosaurios que veremos, tal vez hayan sido víctima de expectativas elevadas. Estamos frente a una serie de televisión, por mucho que nos pese, y no veremos saurios tan detallados como los de los films de Spielberg. No obstante, pasan el aprobado y se comportan de manera natural.

Terra Nova presenta, además, un fuerte componente familiar. Está destinada a ser una serie "para todos", por lo que se van intercalando secuencias de acción con otras de corte más hogareño, algo difícilmente conciliable. Para ser honestos, más de una vez pensaremos que estamos ante "Los Serrano" en un ambiente antediluviano. Nuevamente, "gafes" del oficio.

Para los infatigables paleontólogos que llevamos dentro, aviso: la serie no es una fuente fiable a la hora de culturizarse. De hecho el primer rugido en la serie es catalogado de "Alosaurio" y esta especie vivió unos 70 millones de años antes de la época a la que se viaja, amén de las especies inventadas.

No obstante, todo ayuda a formar una atmósfera con algo de carácter propio, donde las interpretaciones de los actores son de calidad variable. Los hay muy buenos, como la Dra. Shannon, tan natural y "científica", y otros algo más forzados.

En resumen, una serie visualmente muy agradable, con cierto potencial de desarrollo pero también de colapso catastrófico -es posible que nos encaminen hacia un dead end que deje muchos sinsabores, como Lost-, y en la que el contraste acción-ciencia-hogar sigue siendo acusado conforme aparecen nuevos episodios -3 hasta la fecha de este artículo-. Para los que nos criamos con las películas de dinosaurios, es un magnífico snack a la espera de la inalcanzable cuarta entrega de Parque Jurásico, y posiblemente, acabe siendo Terra Nova de mayor calidad que un arriesgado film con difícil argumento de partida.

La serie ha emitido 3 episodios y la primera temporada tendrá 13 en total. Por tanto esta crítica no debe tomarse al pie de la letra. Dejemos un tiempo para que se desarrolle la trama, y tal vez al final de la temporada, vuelva a escribir sobre ella. Quién sabe, lo mismo me trago algunas de estas palabras.

Valoración hasta la fecha:

- Guión 6 Potencialmente bueno, algo desaprovechado por ahora. Los episodios tienden a seguir
un esquema fijo y, siendo tan joven la serie, es peligroso.
- Reparto 5 Calidad desigual de las actuaciones. Situaciones algo antinaturales.
- Apdo. Técnico 7 Esenarios y entornos muy bellos, pero se nota demasiado qué es digital y qué no lo es.
- Entretenimiento 6.5 Lo cierto es que hay ganas de saber más, pero es normal siendo solo 3 capítulos.
___________________________

NOTA: 6

                                                                                                                                                  Manu R. G.

viernes, 7 de octubre de 2011

Crítica: Cromosoma 3

Gemido de enano deforme

Sinopsis:  El psiquiatra Hal Raglen (Oliver Reed) inventa una terapia especial para tratar psicópatas que consiste en la somatización de los trastornos mentales del enfermo. Cuando somete a una mujer a este proceso de curación, contra lo previsto, se desata la furia de la paciente 

David Cronenberg afronta este proyecto de juventud de una forma correcta, manteniendo el suspense hasta su último término, sin olvidar ese espíritu de producción propia y regusto a serie B que identifica su obra hasta el comienzo del siglo XX1. El resultado es una película de clásica terror, en el q ue las interpretaciones sin ser a  destacar, no llegan a repercutir de forma negativa sobre la trama.
La problemática del guión es quizás el carácter esporádico de unos efectos, que reforzando el estilo “in saguinem” quedan a medio saborear debido a la escasez de profundidad de dichos elementos en la propia trama hasta ya avanzado el metraje, acompañando el suspense al ritmo de una banda sonora interpretada por Howard Shore, que se erige como pieza fundamental de la cinta y que consigue mantener los ojos clavados en la pantalla a la espera de un sobresalto meditado y esperado, pero que aún así en ningún momento pierde fuerza.

David Cronenberg demuestra que se le da muy bien un estilo cinematográfico de escaso presupuesto dirigido a una minoría amante de las sombras, la ciencia ficción y las escenas "gore", consiguiendo convertirlo en un producto al mismo tiempo muy visual y atractivo, sin recurrir al tópico cinematográfico del grito barato.

Quizás los monstruos no sean de sus creaciones más a recordar, aunque sinceramente, merecen la pena aunque sólo sea por el hecho de involucrar a niños a lo largo de la grabación con el componente de inocencia y vulnerabilidad de los mismos. No puede verse como precursora de nuevas ideas o punto de partida de un nuevo concepto del terror, pero integrándose en el estilo de tantas otras como “Santa Sangre” de Alejandro Jorodowski o  “Posesión infernal” de Sam Raimi consigue arrancar una sonrisa a los amantes del género.

                                                                                                                                                J.P De Cosa