Gemido de enano deforme
Sinopsis: El psiquiatra Hal Raglen (Oliver Reed) inventa una terapia especial para tratar psicópatas que consiste en la somatización de los trastornos mentales del enfermo. Cuando somete a una mujer a este proceso de curación, contra lo previsto, se desata la furia de la paciente
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La problemática del guión es quizás el carácter esporádico de unos efectos, que reforzando el estilo “in saguinem” quedan a medio saborear debido a la escasez de profundidad de dichos elementos en la propia trama hasta ya avanzado el metraje, acompañando el suspense al ritmo de una banda sonora interpretada por Howard Shore, que se erige como pieza fundamental de la cinta y que consigue mantener los ojos clavados en la pantalla a la espera de un sobresalto meditado y esperado, pero que aún así en ningún momento pierde fuerza.
David Cronenberg demuestra que se le da muy bien un estilo cinematográfico de escaso presupuesto dirigido a una minoría amante de las sombras, la ciencia ficción y las escenas "gore", consiguiendo convertirlo en un producto al mismo tiempo muy visual y atractivo, sin recurrir al tópico cinematográfico del grito barato.
Quizás los monstruos no sean de sus creaciones más a recordar, aunque sinceramente, merecen la pena aunque sólo sea por el hecho de involucrar a niños a lo largo de la grabación con el componente de inocencia y vulnerabilidad de los mismos. No puede verse como precursora de nuevas ideas o punto de partida de un nuevo concepto del terror, pero integrándose en el estilo de tantas otras como “Santa Sangre” de Alejandro Jorodowski o “Posesión infernal” de Sam Raimi consigue arrancar una sonrisa a los amantes del género.
J.P De Cosa
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