Todo cambia. La voluntad del hombre, cansado de la lucha, en conflicto continuo con un ideario tallado a conciencia, ha dado paso a las sombras chinescas. El miedo a la tradición, hoy por hoy, no es más que miedo por tradición al miedo mismo. Polvo cubriendo el eco de teatros, salas de proyecciones…hasta el mismo corazón del romanticismo heredado. El oído pierde el timbre en favor del culto al ojo. La música queda relegada a acompañar la evolución del silencio, mientras el espíritu se sirve de dioses a la carta. Todo cambia a ritmo continuo…

Así pues, mejor dedicarse al cine.

lunes, 10 de octubre de 2011

Crítica: Super 8

Tu cara me suena…

Steven Spielberg lleva década sorprendiéndonos con un cine de calidad, en el cual ha habido cabida desde el terror, desarrollado por “Tiburón”, la aventura en estado puro recogida en los ‘’Los Goonies’’ o en la trilogía atemporal ( sí, repito, trilogía), protagonizada por “Indiana Jones”, hasta el drama de “El color púrpura” ,“E.T” o “La lista de Schindler”, sin olvidarnos del suspense, perfectamente medido en una de sus primeras cintas “El diablo sobre ruedas” de 1971, o en cada una de las escenas de” Parque Jurásico”.

‘’Super 8’’, no es más que un copia y pega, financiado por este indiscutible genio de la cámara, y realizado por el popular cineasta creador de la serie Perdidos, que demuestra no sólo seguir perdido en la búsqueda de un estilo propio, sino no estar a la altura de la dirección de una cinta que promete, tanto en la promoción como en el comienzo, para acabar cayendo en picado, no en los tópicos del cine, sino en los éxitos vistos y recordados.

La película demuestra, del mismo que ocurrió con ‘’Indiana Jones y la calavera de Cristal’’ de George Lucas, que debiera revisarse concienzudamente guión y dirección, antes de invertir en una producción que no va más allá de lo visual, consiguiendo llegar hasta el aburrimiento.

J.J.Abrahams asimila el suspense ofrecido por tiburón y Parque Jurásico, añadiendo el factor de ciencia fictión, a través de las vivencias de un grupo de niños, con pasado y presente, que a través de interminables aventuras deberán salvar el mundo. Sus escenas dramáticas dejan mucho que desear, a la postre de unos efectos, que no llegando a superar las sensaciones producidas por sus predecesoras, quedan resaltando tanto carencias interpretativas como emotivas, que es aún más grave.  Recordándonos en todo momento la escasa frescura de cada una de sus escenas, y siempre dejando al espectador con ganas, no de más, sino de algo.

J.P. De Cosa

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