Todo cambia. La voluntad del hombre, cansado de la lucha, en conflicto continuo con un ideario tallado a conciencia, ha dado paso a las sombras chinescas. El miedo a la tradición, hoy por hoy, no es más que miedo por tradición al miedo mismo. Polvo cubriendo el eco de teatros, salas de proyecciones…hasta el mismo corazón del romanticismo heredado. El oído pierde el timbre en favor del culto al ojo. La música queda relegada a acompañar la evolución del silencio, mientras el espíritu se sirve de dioses a la carta. Todo cambia a ritmo continuo…

Así pues, mejor dedicarse al cine.

martes, 18 de octubre de 2011

Crítica: Eyes Whide Shut (1999)

Interludio al Sectarismo

Sinopsis: William Harford es un médico respetable de Nueva York cuya vida parece ir sobre ruedas. Tiene una mujer preciosa con la que lleva 9 años casado, una hija y un trabajo que le gusta. Pero una noche, al día siguiente de asistir a una fiesta, su esposa Alice le cuenta unas fantasías eróticas y cómo estuvo a punto de dejarle por un hombre que ni siquiera conocía. Abrumado por esta confesión, sale a la calle a visitar a un paciente. De vuelta a casa paseando, entra en un local donde un antiguo compañero le cuenta una misteriosa historia. A partir de entonces, un mundo de sexo y fantasías se abre ante él, uniéndose a una congregación secreta dedicada al hedonismo y al placer sin límites...




Quizás no es la película más conocida de Stanley Kubrick, ni siquiera una que consiguiese marcar una tendencia en el plano cultural o contra-cultural como hicieron en su momento "La naranja mecánica" o "La chaqueta metálica". Ponerse frentre al cine de este director estadounidense es apartar la predisposición temática y el tratamiento lineal del hilo argumental, sobre todo debido a sus constantes aportaciones cinematográficas, que en películas "2001 Una odisea del Espacio" consiguen crear sensaciones de intriga, angustia y soledad uniendo música de Johan Strauss con planos mantenidos hasta que sangraban los ojos del espectador, y lo volvía loco.

En esta cinta, Kubrick se enfrenta a los miedos sociales aportados por la religión, centrándose más bien en los propios de los sectarismos que afloran dentro de nuestra cultura, fuera de toda ley, debido que quienes la conforman son parte del poder ejecutivo de la misma. Sectarismos con sabor a caviar y vino de reserva. Sectarismos negros y llenos de sombras, donde la perversión y el descontrol viene de manos de quienes a la luz pública brillan por su imagen. Marginación, sacrifio, silencio y ocultismo, aliñado con altas dosis de erotismo ya sea a través de la actriz principal, Nicole Kidman, o de cualquiera de las chicas, enmascaradas y atrapadas, en mita de los rituales, en un miedo que no cesa por sus propias vidas.

Tom Cruise, se erige en uno de sus papeles más carismáticos y experimentales, en el cual los diálogos quedan en un segundo lugar, en favor de lo visual. La fotografía de Larry Smith se mantiene perturbadora hasta el final, en lo que es una exposición de la voluntad humana, sus debilidades, frustraciones y ansias de más poder. La recreación del ritual de iniciación entre máscaras venecianas, no sería tan impactante sin la música medida al detalle, al tiempo que una cámara en movimiento constante, consiguiendo que nos unamos al propio actor y ver a través de sus propios ojos.
En cuanto Sydney Pollack, recordarlo con pieza angular y escalofriante de la propia trama, en sus escenas, recordando los instantes en que baila junto a Nicole Kidman, y la frialdad de su mirada. A resaltar la actuación de la entonces joven Leelee Sobieski, que susurrante al oído de Tom Cruise, en ropa interior, desde su propio ofrecimiento, o el de su propio padre consigue excitar a través de su palidez de oso siberiano.

Es un ejercicio de madurez cinematográfica, con altas dosis de fetichismos propios, y exposición de temores y debilidades humanas. El guión directo y sin apenas matices, consigue que todos sus personajes muestren una personalidad fría y escalofriante, hasta tal punto que el espectador no consigue tener certeza alguna de como va a desarrollarse la historia, teniendo que olvidar los pétreos patrones de Planteamiento, nudo y desenlace. Una película para no todos los públicos con una fotografía y una banda sonora compuesta por varios artistas para hilar la oscuridad, seña de identidad del "film". Por último, hacer una última parada en sus diálogos los cuales con un lenguaje soez, realista y directo pueden herir la sensibilidad quien espera un soliloquio prolongado o meditado, que da forma a la trama y cada uno de sus personajes, siempre con hielo.

J.P. De Cosa

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